El cuerpo
humano necesita agua para mantenerse en estado óptimo. Procesos básicos del
organismo como la transpiración, la orina y la respiración provocan la pérdida
de agua y la necesidad de reponerla para evitar una deshidratación. Incluso es
más importante que los alimentos, ya que el cuerpo humano tiene la capacidad de
sobrevivir durante semanas sin comida, más no sin agua. El cuerpo humano está
conformado en un 65 % por este elemento; gracias al mismo los nutrientes son
conducidos a las células, el proceso digestivo es más efectivo y los riñones se
mantienen sanos, además de que la piel luce más joven.
A partir de
esta información hagamos la siguiente analogía: el agua es para el cuerpo como
la creatividad es para una agencia de publicidad; es decir, indispensable.
La creatividad es lo que mantiene viva a una agencia de
publicidad desde su raíz hasta la entrega
del producto final. No en balde algunos de los que laboran en estos sitios son
llamados creativos; el ingenio, la resolución de problemas, el análisis de una
situación y la elaboración de grandes ideas para dar a conocer un producto o
servicio son elementos fundamentales para una empresa que se dedica a generar y
crear ideas.
Una agencia
de publicidad es una telaraña de ideas en constante creación, mismas que a cada
momento cambian su forma, color, textura, uso y proceso de creación. Se trata
de una cascada de argumentos en contra o a favor de un plan que busca resolver
la necesidad de un cliente para posicionar su marca en el mercado. A través de
un discurso escrito y gráfico, las emociones del público meta se logran
manejar; así es como los creativos buscan la mejor manera de hacer que una
marca o producto brille más que el de sus competidores.
Llevar a cabo
este proceso es largo, complejo y, muchas veces, tempestuoso. En el camino, los
creativos deben soportar largas discusiones con compañeros y clientes, noches
en vela, ideas rebotadas y anuladas por otros al considerarlas inconsistentes y
poco originales. Es un trabajo que tiende a ser desgastante y no siempre es
bien reconocido. Cuando ocurre lo contrario, las satisfacciones son tan enormes
como el deseo de un creativo por cambiar el mundo.
Para bien o
para mal, las agencias se deben a los clientes. Éstos son las que proporcionan
el brebaje del cual las agencias beberán para buscar explotar sus ideas al
máximo. Así como una mujer busca al hombre más fuerte, más inteligente, más
independiente o más apuesto para hacerlo su pareja, las marcas siempre buscarán
a las agencias más adecuadas para colaborar con ella en la resolución de sus
principales necesidades. ¿A quién escogerá? A la que luzca más creativa,
experimentada y capacitada para llevar a cabo una tarea tan ardua. No son
fáciles las misiones encomendadas por los clientes. Por lo regular exigen algo
más que creatividad: disposición absoluta, entrega total, horarios flexibles y
descabellados, así como precios bajos. Una mente creativa debe tomar en cuenta
lo anterior para que con pocos recursos pueda ofrecer brillantes resultados.
Una vez que
la agencia tiene en su poder un proyecto con el cual deberá construir un
concepto para posicionar una marca, los creativos nunca trabajarán solos;
siempre estarán rodeados de compañeros con los cuales “rebotará” ideas en la
búsqueda del concepto más adecuado para la misión que tengan encomendada. La
inspiración es vital en este punto, pero también el trabajo constante, la
exigencia física y mental, así como la búsqueda de fuentes en las que puedan
hallar el punto estratégico. La creatividad proviene de múltiples lados: una
palabra, una imagen, una canción, una historia, un sonido o lo que sea que
encienda la imaginación de los encargados de crear un concepto.
los creativos
deben ser seres abiertos y atentos a lo que pasa en el mundo. Su cerebro debe
ser una esponja que absorba lo que pase ante sus ojos y el resto de sus
sentidos. La respuesta que buscaban para resolver un problema puede estar en
los detalles más “insignificantes”. Cualquier locura nunca será lo
suficientemente descabellada para un creativo con imaginación ilimitada. Las
agencias más experimentadas saben que las ideas de la sociedad constantemente
cambian y deben ir acorde a ellas. Incluso, la publicidad es la que muchas
veces dictamina las ideas y los pensamientos que la sociedad retomará como válidas.
El reto es precisamente ese: descubrir la siguiente gran idea que revolucionará
el mercado y la manera en que los clientes comenzarán a adquirir un servicio o
producto.
Para llevar a
cabo una buena generación de ideas es vital que los creativos conozcan lo más
profundamente posible el servicio o producto sobre el que harán una estrategia
publicitaria. Es decir, se tienen que convertir en usuarios del mismo para
conocer su textura, peso, sabor, beneficios, aroma, sonido… todo lo que lo
conforme. Si no son ellos los primeros en conocer la manera en que funciona o
su propósito, será casi imposible que puedan generar una publicidad real.
La
creatividad es cada vez un campo mucho más puesto a prueba no sólo en una
agencia de publicidad sino prácticamente en todas las áreas del mundo. Por ello
éste debe ser el hilo conductor de una agencia y de la vida de los creativos.
Con base en la sensibilidad que experimenten hacia la vida y sus actores, una
creativo tendrá más cartas para jugar en su labor diaria. Debe ser un buscador
constante de emociones, de historias, de palabras y anécdotas. Conforme más
empapado de la actualidad esté, más se beneficiará la agencia de sus
habilidades, ya sea como un copy o un diseñador gráfico.
Ganarse la
confianza de un cliente quizá sea la labor más ardua de una agencia de
publicidad. Para hacerlo se deben poner sobre la mesa muchas habilidades: una
entrega absoluta con el proyecto, un evidente amor por la marca, una
responsabilidad que sobrepase las expectativas del cliente y una capacidad de
análisis creativo que sea superior a todos. Todo esto se traduce en un valor
que cualquier cliente siempre apreciará por encima de todo: honestidad.
Otro rasgo
distintivo del proceso creativo de una agencia –y que es uno de los más
importantes- es la capacidad de disfrutar del trabajo. Si no hay felicidad al
hacerlo, no vale la pena invertir largas jornadas en ello. Un creativo debe ser
como un padre de sus proyectos: tiene que invertir su imaginación entera en
salvaguardar el proceso de lo que está haciendo, ya que una parte de sí mismo
se encuentra alojada en lo que hace. Motivos para sentirse agobiado en una
agencia los hay, y muchos: jornadas extenuantes o exigencias que a veces se
tornan en absoluto estrés. Por otro lado, los creativos tienen motivos
para sentirse privilegiados: pueden vestir como quieran, tienen permisos que en
otros empleos difícilmente se encuentran y basan su trabajo en los frutos de su
imaginación como en ningún otro lado.
Cuando estos
factores se conjugan de manera exitosa, todo ello se cristalizará en proyectos
redondos, satisfactorios para los clientes y para el público al que quiere
llegar. La creatividad es capaz de hacerlo todo en el mundo. En estos momentos
estás a punto de llevar a cabo una tarea creativa para resolver una situación
particular. Eres privilegiado por el hecho de tener un cerebro, un corazón y
una inquietud para desentrañar el mundo. Úsalos para vivir a tu entero gusto.
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