En uno de los últimos días de estas
protestas, el fotógrafo Jeff Widener se le fue encomendado capturar una imagen
de los hechos en la plaza. Aunque al principio tuvo complicaciones para poder
hacerse paso en la zona logro realizar una notoria fotografía.
Posicionándose desde el Hotel Beijing,
Widener fotografío a un joven chino sin identificar que se paró frente a una
columna de tanques que se habrían paso en mitad de la pista. El tanque líder
intento maniobrar y rodear al joven, pero este simplemente se movió de nuevo
frente al vehículo de combate, impidiendo su camino. Se le fue apodado como el
hombre del tanque y el rebelde desconocido; tiene la fama de ser el único en
haber sido retratado en fotografía y video en todo el evento.
Así que el Gobierno decidió declarar
la ley marcial y en la noche del 3 de junio envió a la infantería del ejército
y sus tanques a la plaza de Tiananmén para disolver la protesta. 2600 personas
murieron durante esos días, según fuentes no identificadas de la Cruz Roja
China, y esta plaza pasaría a la historia por dar nombre a una de las mayores
matanzas civiles que se han conocido hasta hoy.
Algunas cosas ocurren y después se van
igual que vinieron. Sin pena ni gloria. Otras, en cambio, se quedan guardadas
en la retina del mundo, durante generaciones. ¿Cuál es la diferencia entre unas
y otras?
La diferencia está en que a veces las
imágenes que transcienden nos hacen testigos al resto del mundo. Son esas
imágenes las que hablan más alto que las voces, más claro que las palabras. Y
nos hacen testigos gracias a aquellos que acuden con su cámara a donde todos
deberíamos mirar, y se juegan el pellejo para eso.
“Ahora somos
capaces de capturar momentos históricos dramáticos porque siempre y en
cualquier parte hay alguien que tiene una cámara”
– Jeff Widener
Aquel día 5 de junio, hace ya 28 años,
al menos tres de estos fotógrafos captaron la imagen del rebelde desconocido
desde los balcones del Hotel Beijing, junto a la plaza de Tiananmén: Jeff
Widener, para la agencia Associated Press, Charlie Cole, para la revista
Newsweek, y Stuart Franklin, para la revista Time.
Esta fotografía fue ganadora del World
Press Photo de 1990, y también fue nominada al Premio Pulitzer de ese mismo
año. La imagen fue prohibida en China, pero circulo todo el mundo, volviéndose
una de las imágenes más famosas y conocidas de la historia. Es utilizada como
símbolo de la oposición contra la opresión de los derechos humanos. El destino
del joven se desconoce.
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