En toda campaña publicitaria, es importante sobre todas
las cosas el vender el producto a cualquier posible consumidor principalmente
mediante una imagen de dicho producto. Esta es una fotografía que representa gráficamente
de manera precisa y clara al producto en venta, mostrando sus inmediatas
virtudes, para incitar a quien esté interesado en este a adquirirlo. La comida
es uno de los principales productos que se benefician por esto, en particular
la comida preparada. No obstante, cuando se abre el envase o el envoltorio que
lo contiene, no es nada fuera de lo común de que el producto en mano se vea
distinto a como esta presentado en la publicidad que uno vio.
Aquí el problema
es que los usuarios son puramente motivados por una presentación llamativa y
atrayente solo para los ojos, más no para otros sentidos. La vista que es uno
de los principales responsables de la decisión de compra es seducido, y hasta
cierto punto engañado. Los productos a los que se les fotografía son usualmente
manipulados mediante diferentes trucos; y también tienden a ser reemplazados en
la sesión de fotos con otro producto de proveniencia diferente ya que se sabe
que este último es más llamativo. Esto suele ser común en productos como cereales,
dulces, etc. No obstante, el consumidor comparte parte de la culpa al verse
atraído a esa publicidad, en ninguna parte de esta se indica que la imagen en
específico presentada corresponde al del producto. Se recomiendo como mínimo
leer con atención la etiqueta adjunta o cualquier pedazo de información que
venga junto con la publicidad.
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